Glaciar 10




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ORQUIDEAS SILVESTRES

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Rosario, Santa Fe, Argentina
Me llamo juliana, nací un 18 de Novimbre,hace ya muchos años.Soy española pero resido en Argentina, a quien debo el ser quien soy. Estudié en la facultad de Bellas Artes,profesorado de dibujo, pintura y artes aplicadas,incluyendo la cerámica artística a la que dediqué toda mi vida. Ahora en forma autodidacta trato de recuperar mi vocación por escribir lo que me dicte mi inspiración sin pretensiones literarias. Con ello cumplo un sueño que permaeció dormido pero no olvidado,mucho tiempo. Este blog tiene el propósito de dejar un legado virtual para aquellas personas que me recuerden cuando ya no esté en este mundo. Desde algún lugar los veré y me sentiré feliz ¡que así sea!

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sábado, 28 de julio de 2007

SUCEDIÓ EN LA DÉCADA INFAME

Estos dos relatos sucedieron realmente. Fué en Buenos Aires y, aunque no quisiera recordarlos, lamentablemente fuí testigo de ellos. Ocurrieron en la década de la dictadura militar entre los años 1970 y 1980.
Demás está decir que lo que voy a narrar es algo insignificante comparado con las múltiples atrocidades que se cometieron en ese triste período que dejó un saldo de innumerables muertes y mas de treinta mil desaparecidos.
Año 1976


NUNCA MAS LA VÍ

Además de ser mi amiga,era la mamá de mi ahijado, de apenas seis años. Conformaban una familia hermosa, el matrimonio y tres hijos; yo fuí la madrina del primero y nos unía una gran amistad que quedó trunca por lo acaecido.
María vino a visitarme un día con el rostro pálido y con profunda aflicción me comentó que su esposo faltaba de la casa desde hacía cuatro dias. Nadie supo darle explicciones de su ausencia. Sus compañros de la oficina digeron que esa tarde lo estaban esprando cuatro personas que parecían amigos porque lo abrazaron muy sonrientes y se fueron caminando hasta doblar en la esquina. Todo parecía muy normal y no les causó extrañeza. Se preocuparon cuando al día siguiente María llamó por teléfono para preguntar si alguien sabía algo de su esposo. Y comenzó la búsqueda por lugares previsibles. Comisarías, hospitales, familiares y amistades: nadie sabía nada respecto a su paradero.
Pasaban los días y crecía la angustia en todos nosotros con la impotencia prendida en el corazón como un alfiler de gancho al rojo, candente y exasperante, oprimiendo el pecho y nublando el raciocinio ¿como entender el absurdo de tan inesperada desaparición?
Esos cuatro "amigos"...¿quienes eran? La descripción que aportaron los compañeros de trabajo no coincidía con ninguna de sus amistades. María jamás tuvo motivos para dudar de su esposo y su comportamiento con ella y con los niños era ejemplar ¿como pensar en un engaño?
Yo había escuchado algún comentario sobre misteriosas desapariciones pero siempre se trataba de personas vinculadas a alguna actividad política o de ideología anarquista. Nada que ver en este caso. Le aconsejé a mi amiga el asesoramiento de un abogado, sin pérdida de tiempo.
Una tarde, María me estaba esperando a la salida de mi trabajo y me dijo,ahogada en llanto, que el abogado, poniendo en duda la honestidad de su esposo, no vaciló en decirle-"por algo será que se lo llevaron"-y le aconsejó que, por bien de sus hijitos y su propia seguridad, le convenía dejar la casa tal como estaba, llevando nada mas que lo indispensable en una maleta y marcharse a algún ignoto lugar sin decirle a nadie ni el día ni el nuevo domicilio. Ni a sus padres, parientes ni amistades, para evitar que los captores de su esposo averiguaran su paradero y procedieran al exterminio de la familia, como era habitual en esos casos.
Nunca más volví a verlos ni supe si lograron escapar al asedio de los perseguidores que con saña , a la que ellos llamaban "obediencia debida", consumaban sus atropellos.
Transcurría el año 1976 de la década infame. Un día 22 del para mí un negro Idus de Marzo, en el que de los treinta mil desaparecidos, cinco me pertenecen: Mis dos amigos y sus tres niños, caros a mis sentimientos.

-----AÑO 1977-----

Una pesada neblina cubría las calles de Buenos Aires aquella madrugada en que me dirigía a mi trabajo, rezongando por por lo temprano que debía viajar porque la fábrica abría a las seis de la mañana y tenía casi dos horas de viaje para llegar a horario.
Todos los días aprovechaba a dormir un poco para que el trayecto no se hiciera tan largo. Ese día por casualidad permanecí despierta. Mi corazón se estremeció de espanto al observar a través de la ventanilla y a pesar de la neblina, al lado de los surtidores de una estación de servicios, algo que congeló la sangre en mis venas y el alarido que dí despertó a los que dormian.
En un instante, todo el pasaje estaba observando lo que tanto me perturbó. De no haber tenido esos testigos hubiese creído que me quedé dormida y la pavorosa escena se debía a una pesadilla. Una pila de cadáveres en un montón de aproximadamente un metro y medio de altura, rígidos, tirados superpuestos de culquier modo.
No pudimos reconocer si se trataba de hombres, mujeres o mezclas de ambos sexos. Espantados, continuamos el viaje casi sin hablar. Durante toda la mañana, infructuosamente, escuché la radio pensando en algún comentario, pero ningún medio parecía estar enterado de lo sucedido, ni el cómo, ni el porqué.
Cuando regresaba a mi casa, pasé por el mismo lugar aunque, como es de suponer,nada evidenciaba que fuera el mismo escenario de tan macabra visión. Todo estaba en orden, limpio y con el movimiento habitual de una estación de servicios.
Solo en mi mente perduró para siempre ese recuerdo atróz con el interrogante...¿en cuantos sitios se repitió esa escena?

Juliana Gómez Cordero

1 comentario:

soylauraO dijo...

Haberse atrevido a escribir estas historias refleja el compromiso que ud asumió con esta Argentina. Se me ocurre que por aquellos niños pregunte al min del interior o la Junta Nac Electoral, que debería tener las direcciones al día. Si no busque al abogado. ¡Que tenga suerte!
http://enfugayremolino.blogspot.com/