Glaciar 10




Imagen Tapa del Libro




ORQUIDEAS SILVESTRES

Datos personales

Mi foto
Rosario, Santa Fe, Argentina
Me llamo juliana, nací un 18 de Novimbre,hace ya muchos años.Soy española pero resido en Argentina, a quien debo el ser quien soy. Estudié en la facultad de Bellas Artes,profesorado de dibujo, pintura y artes aplicadas,incluyendo la cerámica artística a la que dediqué toda mi vida. Ahora en forma autodidacta trato de recuperar mi vocación por escribir lo que me dicte mi inspiración sin pretensiones literarias. Con ello cumplo un sueño que permaeció dormido pero no olvidado,mucho tiempo. Este blog tiene el propósito de dejar un legado virtual para aquellas personas que me recuerden cuando ya no esté en este mundo. Desde algún lugar los veré y me sentiré feliz ¡que así sea!

Archivo del blog

miércoles, 25 de febrero de 2009

EVOCACIÓN


¿Quien no conoce a Juan Manuel Fangio ? A el me referiré
en mi relato con expresiones anecdóticas pero veraces.
Mi admiración por el se remonta a mi época de adolescente,
cuando en una inocente y a la vez extraña especie de juego
entre mi hermano, algunos años mayor y yo, con frecuencia
poníamos en práctica casi involuntariamente. Por ejemplo
cuando se declaró simpatizante de River Plate, yo automática-
mente comencé a ensalzar a Boca Juniors . Si el ponderaba la
actuación de Gary Cooper, yo le decía que era superior Frank
Sinatra y como a mi me gustaban las películas románticas,
quería llevarme a ver policiales o del Far west.
Así comenzó mi admiración por FANGIO, simplemente por
que mi hermano no cesaba de elogiar a ORCAR GALVEZ y a
su hermano JUAN. En esa cuestión no había tregua de su
parte ni de la mía.

Estábamos en la década del cuarenta, vivíamos en el campo.
Para escuchar los partidos de futbol o las carreras automovi-
listicas disponíamos de un extraño aparato de radio que,
como no había electricidad, funcionaba conectada a una batería
de autos que cuando se agotaba había que cargar y era muy
costoso. Por eso aprovechábamos el domingo, para escuchar los
partidos y seguir las alternativas de TC que nos apasionaba
a todos.
¡Cuantos recuerdos! Yo pensaba solamente hablar de FANGIO
pero los recuerdos están ahí y afloran invadiendo espacios
y ocupando lugares y protagonismos dedicados a otros fines.
Me dejo llevar por ellos por caminos perdidos en el tiempo,
anulando mi voluntad al conducirme hacia donde quieren sin
tener en cuenta mis propósitos de contar esta historia.

Ese domingo llovía, no había pájaros.... ¿ donde se meten los
pájaros cuando llueve ?.... los sapos paseaban erguidos su
magestuosa fealdad en el escenario del patio de tierra mojado
pero sin barro, porque un desnivel natural desviaba el agua
hacia la calle. Ellos, felices, asemejaban Gnomos luciendo sus
impermeables de cuero, en ese día grís que nos reunía a todos
"mateando " en la cocina.

Al cesar la lluvia nos invadió tal cantidad de mosquitos que
tuvimos que quemar ojarasca mas bien verde, para que el
humo los auyentara y para lograr mayor efecto le incorpora-
mos trapos que al tomar contacto con las llamas producía un
olor tan desagradable dificil de tolerar pero aún más insopor-
table era sentirse devorados por ese batallón de mosquitos.
Quién conozca el gran tamaño de los " zancudos del norte "
sabrá a que me refiero y justificará los métodos empleados
para alejarlos.

Retomo mi relato....
Promediaba la tarde del 1º de Marzo de 1947 y el desarrollo
del Gran Premio Ciudad de Rosario Fuerza Libre estaba
llegando a su fin, lo que nos mantenía tensos y expectantes,
porque aunque el "Chueco" lideraba cómodamente la carrera,
podía suceder algún impevisto (¡ Tantas veces ocurre!) que
impidiera que el triunfo se hiciera realidad. Por suerte no fue
así. La radio nos puso al tanto de los pormenores de la llegada
triunfal Fangio.
La algarabía que produjo su triunfo en la multitud que lo
aguardaba nos contagió a todos ( menos a mi hermano por
cuestiones obvias) y empezamos a festajarlo bulliciosamente.
Yo besé a todos los presentes; mis padres y mi hermano
(que me apartó de un empujón) Besé al perro, al gato y
también hubiese besado al pequeño cerdo al que no pude
alcanzar porque se alejó corriendo velozmente.
Al día siguiente esperábamos ansiosamente el diaro que por
ser el únco día que podiamos comprarlo, nos surtía del material
necesario para toda la semana.
Ese lunes, fue un gozo para mí ver en la primer página las fotos
de la carrera, que no vimos (obviamente) en la transmisión del
día anterior.

Ustedes se preguntarán porqué con nuestra radio siempre se
escuchaba Futbol, carreras y otros deportes. Generalmente en
aquellos tiempos, era algo excusivo de los varones y como la
radio pertenecía a mi hermano, no teníamos opción; se encendía
el día domingo, cuando él, los peones y mi padre, estaban
presentes y se escuchaba deporte que era lo que les agradaba.

¡ Perdón!... estoy hablando de mi hermano como si estuviera
describiendo a un ser sumamente egoista y sin embargo su
actitud conmigo fue siempre protectora y tengo ¡ Tantas cosas
que agradecerle ! entre ellas, algo que relataré brevemente a
continuación.
Para poder estudiar Bellas Artes, que era mi vocación debía
viajar en tren cuarenta minutos para llegar a la ciudad. El tren
pasaba por mi pueblo a las seis AM y siendo el único en toda la
mañana, tenía que levantarme a las cinco, para llegar a tiempo,
por que había que caminar casi dos kilómetros por caminos de
tierra para llegar a la estación. Y ¿ quién tenía la obligación de
acompañarme ?... mi hermano, que aún estando en edad juvenil,
cuando regresaba de sus salidas nocturnas a las tres de la ma-
ñana, debía acompañarme no siempre de buen grado.
Cierto día, ya íbamos promediando el camino, sin medtar pala-
bras y para romper el silencio le dije mirando el cielo..... mira,
Antonio ¡¡ que hermosa luna!! Sentí un sacudón en el brazo y me
dijo, con un tono de voz que nunca le había escuchado,"¡¡ que
hermosa mierda !! ... ¡¡Te dejaría sola que te acompañe la luna y
yo me volvería para seguir durmiendo!!. Por supuesto que no
abrí la boca en lo que restaba de camino ¡¡Pobre hermano mío!!
En situaciones como esa creo que hasta pudo llegar a odiarme.

Es verdad, el tiempo no se detiene y aunque parece que las
cosas siguieran igual, cambian imperceptiblemente sobre todo
en pequeños acontecimientos que van marcando pautas en los
seres y en las cosas.
Sin advertirlo, el camino de la vida nos conduce por rumbos
impensados y nos encontramos siendo otros, mejores o peores,
iguales o distintos ¿ como saberlo?
Mi hermano encontró el amor y se casó con una buena muchacha.
También yo terminé mis estudios y al poco tiempo me casé muy
enamorada. Mis padres quedaron en la vieja casa, rodeados
de nuestros recuerdos porque nosotros nos fuimos, pero el alma
nuestra se quedó para siempre con ellos.

Buscando nuevos horizontes, mi esposo y yo fuimos a vivir a Bs.
As. Por suerte nuestra decisión fue buena y nuestro porvenir,
también. Tuvimos suerte en el trabajo, hicimos nuevas y buenas
amistades, pero algo en mí no cambió por que fuertes raíces me
tenían sujeta a mis preferencias por Boca Juniors y mas aún a
Juan Manuel Fangio. Por suerte mi esposo no rivalizaba conmigo
y seguiamos las alternativas de ambos deportes con entusiasmo,
tanto en los triunfos como las derrotas.
Juntos sufrimos mucha angustia, cuando en 1948 en el Gran
Premio de América del Sur, sufrieron en Caracas el vuelco que
costó la vida a Daniel Urrutia; copiloto de Fangio quedando éste
herido con el consiguiente abandono de la competencia.
Esa, según sus recuerdos, fue la peor carrera de su vida. Luego
siguieron muchas, unas exitosas y otras no, pero su paso por las
carreteras y las pistas, dejó una estela brillante, imposible de
superar por más que muchos lo intentaron.

Realmente, para mí fue algo imprevisto conocerlo personalmente.
Estreché su mano, miré sus profundos ojos increblemente azules
y sentí que en ese momento se estaba cumpliendo algo que
nunca me atreví a soñar.
Estábamos pasando un largo fin de semana, invitados mi esposo
y yo por unos amigos, dueños de una pequeña estancia en la
localidad de Maipú, provincia de Bs. As. y como amábamos la
naturaleza, fuimos dispuestos a disfrutar de unos días espléndidos.
Llegamos un viernes y el sábado por la mañana, nuestro amigo
nos dijo: tenemos una visita inesperada. El "Chueco" llegó ayer de
Europa y viene como otras veces a pasar unos días con nosotros
para descansar y oxigenarse. Lo vamos a agasajar como se
merece. Estuvimos de acuerdo y en realidad la fiesta fue inolvi-
dable.

Mientras el asado se sazonaba en el crepitante fuego de los
asadores, distintas presentaciones criollas se sucedían unas a
otras manteniendo espectante a la concurrencia que, entre visitas
y personal de la estancia , era bastante nutrida y entusiasta.
¡ Cuánta habilidad ! ¡ que derroche de belleza en el espectáculo !
Canto, guitarras, baile, carreras de sortija y para finalizar, porque
ya estaba el asado a punto, la infaltable doma de potros donde la
maestría del domador dejó atónitas a las personas.
Apenas 18 años tenía Claudio, nieto del capatáz de la estancia y
se podía decir que nació en el lomo de un potro chúcaro, tal la
destreza puesta de manifiesto para dominar al animal empeñado
en librarse de el a toda costa, sin lograrlo.

Quizás envalentonado por el cerrado aplauso con que todos pre-
miaron su actuación se acercó a Fangio y le dijo. Maestro, usted
que tiene fama de ser tan valiente, ¿ no se animaría a subir a mi
potro y dar unas vueltitas?
A lo que el "Chueco" respondió sin imutarse: tal vez si vos subes
a mi coche y marcas el record de mi última carrera.
Demás está decir que ninguno de los dos aceptó el respectivo
desafío.

Juliana Gómez Cordero