Glaciar 10




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ORQUIDEAS SILVESTRES

Datos personales

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Rosario, Santa Fe, Argentina
Me llamo juliana, nací un 18 de Novimbre,hace ya muchos años.Soy española pero resido en Argentina, a quien debo el ser quien soy. Estudié en la facultad de Bellas Artes,profesorado de dibujo, pintura y artes aplicadas,incluyendo la cerámica artística a la que dediqué toda mi vida. Ahora en forma autodidacta trato de recuperar mi vocación por escribir lo que me dicte mi inspiración sin pretensiones literarias. Con ello cumplo un sueño que permaeció dormido pero no olvidado,mucho tiempo. Este blog tiene el propósito de dejar un legado virtual para aquellas personas que me recuerden cuando ya no esté en este mundo. Desde algún lugar los veré y me sentiré feliz ¡que así sea!

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martes, 22 de julio de 2008

VISIÓN OTOÑAL




Miro caer la hojas a mi alrededor, lentamente, sin prisa, en el
inevitable proceso natural y repetido, otoño tras otoño desde
siempre, como en un ritual asumido por los árboles, de por
vida, consecuentes en su accionar paradógico al de los seres
humanos que ya en esta época del año comenzamos a prevenir
los efectos del frío que se aproxima.
En cambio ellos se van despojando de sus vestiduras, quizás
en un manifiesto desafío para demostrar que no le temen al
invierno. Lo esperarán de pié con valentía, preservando su
sangre del riesgo de congelamiento en espera del tiempo
propicio para generar vida nueva y pujante en verde fronda
de bellos matices y luego florecerán para poder frutificar a su
debido tiempo.
Pero ahora es Otoño y él se encarga de embellecer el paisaje
con pinceladas amarillo-ocre, que junto al escaso verde que
aun persiste, muestra un colorido bello y extraño, tan carac-
terístico de la época otoñal. Mullida alfombra de hojarasca
cubre el suelo, en proporciones desmesuradas a medida que
los árboles continúan su incesante tarea de lograr su total
desnudez, para enfrentar al invierno cuando llegue. Es que
los árboles en otoño son así y nada ni nadie logrará modificar
su actitud.
Idéntica manera de proeder es la de algunos seres humanos
frente a la amenaza de una situación compleja que atenta
contra sus ideales poniendo en riesgo sus convicciones de
siempre, se aferran a sus principios desoyendo la influencia
de las dudas, del temor, de falsas espectativas, y cantos de
sirenas que tratan dedesviar su atención para equivocar su
rumbo. Firmes para efrentar "SU INVIERNO", preservando
también su sangre y sus energías, para manifestarse, intac-
tos, en el momento que crean oportuno.
Ahora, dejando de lado las metáforas, quiero explicar mi
agrado por el otoño que es, a mi criterio, la mejor estación
del año.
¿ Cual es la razón de mi preferencia? sin duda alguna se
trata de cierta afinidad ingente entre los dos.
El, motrando su equilibrio climático, sin grandes cambios en
una continuidad de días más o menos templados. Lejos ya
del verano con su calor agobiante de algunos días casi inso-
portables y yendo hacia un invierno cargado de fríos, heladas
y lluvias que habrá que soportar sin opciones.
Yo, con tantos años vividos, aquilatando reflexiones y eva-
luando mis vivencias, me siento afín a las caracterísicas del
otoño. Lejos ya de las inquietudes y premuras de un lejano
verano, muy próxima a mi inevitable "INVIERNO", estoy
disfrutando de una apacible serenidad otoñal.
Me agrada sentarme en mi mecedora a leer un buen libro,
apoyarlo por un momento en mis rodillas y contemplar el
paisaje que me rodea. A veces esa quietud es iterrumpida
por una leve brisa y ¿por que no? alterada en ocasiones por
una suave llovizna que, cambiado mi lugar de observación,
puedo gozar a través de los vidrios de mi ventana.
Amo a los pájaros, pero tengo que conformarme viendo los
inquietos gorriones porque las otras especies , en su mayo-
ría, decidieron emigrar en busca de otros veranos. Adeptos
al calor, energizándose para procrear en su clima predilecto.
Pero cuento con la singular belleza de las flores de estación.
Lirios blancos y también azulinos, la policromía de las Viole-
tas de los Alpes, algunas Rosas anticipándose a la primavera
con el riesgo de morir en el invierno intermedio y las humil-
des y perfumadas violetas en profusa floración.
Si Dios, la vida y el otoño me dan tan grande obsequio ¿ que
más necesito para ser felíz?

Juliana Gómez Cordero

martes, 1 de julio de 2008

LAS PEQUEÑAS COSAS


Son pequeñas cosas, tantas, que van dejando pautas ingerentes e importantes en nuestra vida; surcos profundos e indelebles en la corteza de nuestro interior que, sin percibir cuando ocurren, nos dan un sacudón en los recuerdos, en el momento que menos lo eperamos ¿ en que consisten?
Parecen naderías intrascendentes, sin importancia aparente y sin embargo llevan consigo una carga de sensaciones ilimitadas,
acordes al instante en que sucedieron. Imposible enumerarlas cronológicamente dado que van llegando al azar, epontáneas y elocuentes.
Esas pequeñas cosas que nutren nuesta vida de colores y perfumes inconfundibles de voces conocidas,
que nos recuerdan algún sueño no cumplido, algún
amor imposible, cartas sin tener destinatarios,
escritas ¡por que si!...para nosotros mismos.
Mirar con atención el amanecer de un día cualquiera
y retenerlo por siempre en la memoria, irrepetible a
pesar de la continuidad de los días y sus amaneceres.
Un pájaro al que ayudaste a volar después de curar
su herida, sintiendo la suavidad de su plumón en tus
manos, ansiando haber podido seguirlo en su vuelo,
junto a la libélula de transparentes alas que lo acompañó.
Una mano extendida que al estrechar tu mano, te brinda
generosa amistad y sientes que ya nunca estarás solo
¡ huyó tu soledad!.
Una dulce sonrisa, una lágrima triste, un suspiro, una
palabra tierna, una rosa muy blanca, un hermoso jardín,
un deseado encuentro, una grata sorpresa y tantas otras
cosas que llegan en tropel, son las pequeñas cosas que
ayudan a vivir, como un complemento a nuestras
ineludibles ocupaciones y nos causan placer.

¿Tanto importan las luchas intestinas, tratando de
lograr alguna burda utopía? o ¿ tal vez arremeter con
furia contra los molinos de viento, demencial quijotesco
de una absurda ambición ?.
¿ Tanto importa llegar a donde otros no pueden y lograr
un trofeo de inicua vanidad?
¿ Para que tanto duelo, para que tanta lucha ? si la vida
nos brinda esa espléndida ofrenda de las pequeñas cosas,
tan simples, ¡ tan valiosas !.... con generosidad.

Juliana Gómez Cordero