Glaciar 10




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ORQUIDEAS SILVESTRES

Datos personales

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Rosario, Santa Fe, Argentina
Me llamo juliana, nací un 18 de Novimbre,hace ya muchos años.Soy española pero resido en Argentina, a quien debo el ser quien soy. Estudié en la facultad de Bellas Artes,profesorado de dibujo, pintura y artes aplicadas,incluyendo la cerámica artística a la que dediqué toda mi vida. Ahora en forma autodidacta trato de recuperar mi vocación por escribir lo que me dicte mi inspiración sin pretensiones literarias. Con ello cumplo un sueño que permaeció dormido pero no olvidado,mucho tiempo. Este blog tiene el propósito de dejar un legado virtual para aquellas personas que me recuerden cuando ya no esté en este mundo. Desde algún lugar los veré y me sentiré feliz ¡que así sea!

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jueves, 5 de julio de 2007

INICIANDO MI BLOG

Agradezco profundamente a los "Amigos de Santa Amalia"
agrupación española que lleva ese nombre y edita la
revista cultural "LaCipea"(en Santa Amalia, un pueblo
extremeño de la provincia de Badajoz) por haber publicado
el relato que narraré y especialmente doy las gracias
a dos personas a quienes considero mis amigas y pertenecen
a esa asociación; ellas son IsabelPascual García y Feli
Matilla Rodriguez.
En honor a ellas y como todo tiene un comienzo iniciaré mi
flamante blog con la presentación de las siguientes memorias



EMIGRAR (tomado de la realidad)

Este relato está inspirado en mis borrosos recuerdos
y ayudados por alguna fantasía cuando mi memoria
flaquee y toda similitud es, porque precisamente se
trata de algo que aconteció realmente y comienza como
en los cuentos.
Había una vez.... una niña española nacida en
Torrejoncillo, un pueblo de Cáceres, por consiguiente
extremeña.
En el mes de Setiembre de 1928, aún no había cumplido
los cuatro años cuando una tarde, al reresaar de sus
juegos, sorprendió asus padres en una conversación que le
pareció sumamente extraña. Su padre le decía a su madre:
"no hay otra solución, tenemos que decidirnos a emigrar
y ella le contestó ¿a tí te parece?, mira que puede ser
arriesgado, pero si estás decidido, yo estaré de acuerdo,
aunque creo que deberías hacerlo tú primero y después,
cuando estemos seguros de que es lo acertado,lo haríamos
los niños y yo."A lo que él respondió "de ninguna manera,
o lo hacemos todos juntos o ninguno."
¿Que está pasando? se preguntó la niña. Emigrar era una
palabra que ella no había escuchado nunca y no se
atrevió a preguntar, por temor a que fuera alguna
reprimenda hacia ella o sus hermanos y transcurrió todo
el día con esa palabra resonando en su cabecita, hasta
que esa noche se develó la incógnita.
Su padre, durante la cena, desde su sitio en la cabecera
de la mesa, pidió la atención de todos para decir lo
siguiente: "quiero explicaros que vuestra madre y yo
resolvimos viajar a la Argentina, porque aquí en España
nos está cercando la pobreza y yo siento que mi deber
es encontrar una salida para brindaros a vosotros una
vida mejor; por eso decidimos emigrar hacia América
donde según noticias que de allí llegan, las personas
tienen mas oportunidad de progresar y nosotros, con la
ayuda de Dios lo vamos a intentar.
A partir de ese día empezaron los preparativos, había
que desprenderse de algunas cosas para cerrar la casa,
porque no se trataba de un paseo y si alguna vez volvían,
habría que empezar de nuevo.
Llegó el día de la partida (28 de Octubre de 1928) La
niña de mi historia estaba viviendo unos momentos muy
dispares, a veces sentía una profunda tristeza por tener
que dejar a sus abuelos, a quienes tanto amaba y a sus
amiguitos compañeros de juegos, compartidos libremente

en las calles de su pueblo y al poco rato, dejaba volar su
fantasía y se imaginaba viviendo en un mundo fascinante,
en un país de ensueño, fruto de esa aventura a punto de
comenzar.
No le dió importancia al hecho de tener que viajar en un
barco que se caía de viejo (El Reina Victoria Eugenia) ni
a que viajarían en tercera clase, ni advertía que al alejarse
de las costas, ni sus padres ni sus hermanos las volverían
a ver. Tan solo la niña de mi relato pudo un día, muchos
años después visitar su patria y su pueblo. Pero esa ya
es otra historia.
Os imaginareis que la niña de la que os he hablado fuí yo,
que sigo viviendo en Argentina y me llamo:
Juliana Gómez cordero.

(Continuación)

EL VIAJE

Horas interminables de espera y ¡ por fin ! la partida.
Tres veces había sonado la sirena que mas parecía un
lamento solidarizándose con la tristaza que sentían
aquellos que veían alejarse más y más el puerto que quizás
nunca volverían a ver. En algunos casos así fue.
Blancas gaviotas rodearon al barco alternando el vuelo con
un suave planear como diciendo adiós y fueron regresando
a las costas, seguidas por las envidiosas miradas de
quienes hubisen querido imitarlas.
Ya en alta mar, todo el pisaje que se divisaba era mar
y cielo... cielo y mar. y llegó la noche, la primera, la
más triste. Alguien pulsaba las cuerdas de una guitarra
flamenca, una muchacha cantaba un fandanguillo y un "bailaor"
se sumó al improvisado espectáculo, con una coreografía
sencilla pero elocuente, tratando de levantar el ánimo de
los allí presentes
Siguieron pasando los días ¿cuantos?, muchos. Las travesías
en aquellos tiempos eran largas, dependiendo del ritmo con
que se pudiera navegar de acuerdo a los cambios cilimátcos.
Fuertes vientos impedían desplazarse a la de por sí
pesada y lenta embarcación El capitán, que rara vez se
comunicaba con los pasajeros, un día lo hizo tratando de
infundir confianza a la gente diciéndoles que, de su parte
y de la tripulación, harían todo lo posible para que el
viaje resultara placentero.
¿Placentero? con el movimiento del barco por el choque de
las olas, la mayoría de las personas sufrían el consabido
mareo y "el cambio de pesetas"como le decían al vómito que
ocsionaba al pasaje tanto traqueteo.
A la hora de almorzar y cenar se oía la voz de un marinero
que anunciaba "caldo pa los mareaoooos" ya que el hecho de
sentirse mareados impedía a muchos acercarse al comedor y
en los camarotes bebían un tazón de caldo.
Así transcurría el tiempo, interminable, agotador...¿cuando
llegaríamos? ¡ sabe Dios !.
Al llegar a Rio de Janeiro (Brasil) pudimos descender por
unas horas en medio de un gentío que ofrecía todo tipo de
mercancías, baratijas para recuerdos, ropa, comida y muy en
espeecial, bananas ¡ muchas ! apetitosas bananas, (en España
las llamábamos plátanos) y ¡ que sabrosas nos parecieron !.
En tan largo trayecto se habían agotado casi la totalidad
de los insumos necesarios y después de abastecer al barco,
partimos nuevamente. El próximo puerto sería Buenos Aires.
Pero las dificultades no habían terminado. Al llegar al Golfo
de Santa Catalina en las costas de Brasil, una tempestad, (en
ese lugar eran frecuentes ) se desató con furia y de tres
calderas que tenía, explotaron dos dejando al barco en peligro
de naufragio. Se escuchó la voz de capitán ordenando por el
altavoz ¡ las mujeres y los niños a cubierta ! para un eventual
abordaje a los botes salvavidas. Los hombres lo harán después.
¡Traquilos, es una emergencia! Pero Dios mediante todo saldrá bien. Sus palabras trataban de tranquilizar a la gente que había
comenzado a entrar en pánico. Por suerte la tormenta no duró mucho y no fue más que un susto ¡ pero qué susto !
Dos días mas tarde entramos en el amplio estuario del Río de
la Plata y de ahí al puerto de Buenos Aires, era cuestión de
horas.
Cuando llegamos no había ningún familiar esperando para darnos
la bienvenida y después de hacer los correspondientes trámites,
fuimos conducidos hasta el hotel destinado a los inmigrantes
donde permanecimos por espacio de varios días para el papeleo
relacionado con nuestra llegada y la residencia en el país.
Ya estábamos en Argentina. Unos inmigrantes más que habían
cumplido parte de su sueño.

(Continuación)

RUMBO A SALTA

Salta es una provincia Argentina, situada muy al norte
del país. Como incrustada en ella se encuentra la provincia
de Jujuy, limitando ambas, al norte con Bolivia.
Salta era nuestro destino por que allí, en una ciudad que se
llama Orán vivía la hermana de mi padre. Ella había enviado
la carta de llamada solicitando la aceptación de Argentina a
nuestro ingreso como residentes. En esa carta se comprometía
a brindar vivienda para la familia y empleo para su hermano,
requisito indispensable para poder entrar al país.
Después de más de veinte horas de viaje en tren, llegamos a
Orán que era ya en aquellos tiempos una ciudad bastante
evolucionada. Mi tía y su esposo eran los dueños de una gran
panadería; muy importante, con la cual habían logrado hacer
fortuna.
Pero esa hermana adinerada, habituada a vivir en la opulencia,
en un ámbito social privilegiado, sintió vergüenza de mostrar
a un hermano tan pobre que, además de serlo, tenía instalada
la pobreza en su piel, su indumentaria, su lenguaje y en toda
su estampa.
¡¡ Pobre mujer "Rica" !! no tuvo mejor idea que negar a su
hermano y para evitar que lo vieran sus conocidos le asignó
las tareas más rudas para mantenerlo alejado de su presencia.
Para vivienda nos concedió una sola de sus tantas habitaciones
en la que comíamos y dormíamos los seis integrantes de nuestra
familia.
Esa situación duró más de un año. Cierto día, un hermano del
esposo de mi tía se acercó a mi padre y le dijo...¡Pero hombre!
no se cómo soportas ese humillante trato de tu hermana. Si estás
de acuerdo te hago una propuesta. Yo vivo en Tartagal, un pueblo
cercano a Orán y tengo una panadería no tan importante como la
de mi hermano, pero puedo facilitarte una jardinera con dos
caballos. No es un regalo; es para que vendas por tu cuenta
en reparto domiciliario el pan que te daré en consignación.
El que no vendas me lo devuelves.
Y así fue como, gracias a ese generoso gesto de alguien a
quién mis padres apenas conocían, trabajando, SI, y mucho
pudieron alquilar una casita confortable, mandarnos al colegio,
pagar las deudas contraídas y lograr que por fín fuéramos una
familia como muchas; pobre pero felíz.
No duró mucho esa felicidad, por circunstancias imprevitas. El
hombre que tanto nos había ayudado( se llamaba Manuel) falleció
de muerte súbita. Su esposa cerró la panadería y se fué a vivir
con su familia a otro lugar. Mi padre quedó sin trabajo en una
época en que era muy difcil conseguirlo, porque en los años 30,
Argentina atravesaba por una crisis económica , quizás la mayor
de su historia.
Eso que cuento no es para lamentarme, ni para inspirar
compasión, simplemente trato de narrar las peripecias que, de
una u otra manera, no solamente nosotros, sino la mayoría de
los inmigrantes de aquella época tuvieron que atravesar, en
disenso a lo que siempre se decía en España refiriéndose
a los que emigraban."Van a hacerse la América" y cuán
equivocados estaban los que pensaban así.
Continuando con mi relato, esperando no aburrirlos, contaré
cómo salimos del aprieto. La casualidad quiso que mi padre
conociera una persona que estaba radicada en Salta, pero tenía
en Tucumán,(una provincia limítrofe al sur)grandes plantaciones
de caña de azúcar y como era la época en que se cosechaba,
estaba a punto de dirigirse hacia allí para buscar gente que lo
hiciera. Sin pensarlo dos veces mi padre se ofreció sin siquiera
tener la más mínima idea de como se realizaba esa tarea. Allí
le explicaron que el pago era por trabajo a destajo o sea por
la cantidad de lo cosechado en el día.
El trabajo era muy pesado y para una persona inexperta como lo
era mi padre, mucho más. A pesar que mi hermana mayor(18)
y mi hermano(14) ayudaban lo que podían, no lograban hacer
entre los tres la cuarta parte del rendimiento de cada una de
las personas con años de experiencia en el oficio.
Cuando regresaban llegada la noche, doloridos y exaustos por el
trabajo,apenas comían algo de lo poco que había, porque tenían
que dormir y recuperar fuerzas para continuar al día siguiente.
La temporada de zafra ( cosecha) duraba tres meses, por lo que
había que buscar otro trabajo y no era facil; pero la lucha
continuaba.
Y así por muchos años, cambiando de trabajo continuamente
para subsistir, tratando de progresar y solucionando problemas
que se iban presentando, fueron llegando tiempos mejores y llegó
el día que ¡por fin! mis padres pudieron adquirir una parcela de
tierra para dedicarse a la agricultura, que era lo que mejor
sabían hacer y de ese modo ganar la batalla contra la adversidad.
Fue duro pero valió la pena intentarlo por que cuando la lucha
termina en triunfo y el esfuerzo es premiado con creces,lo
pasado es solo un mal recuerdo, gracias a Dios superado.
Juliana Gómez Cordero
Rosario-Santa Fe-Argentina

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