Glaciar 10




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ORQUIDEAS SILVESTRES

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Rosario, Santa Fe, Argentina
Me llamo juliana, nací un 18 de Novimbre,hace ya muchos años.Soy española pero resido en Argentina, a quien debo el ser quien soy. Estudié en la facultad de Bellas Artes,profesorado de dibujo, pintura y artes aplicadas,incluyendo la cerámica artística a la que dediqué toda mi vida. Ahora en forma autodidacta trato de recuperar mi vocación por escribir lo que me dicte mi inspiración sin pretensiones literarias. Con ello cumplo un sueño que permaeció dormido pero no olvidado,mucho tiempo. Este blog tiene el propósito de dejar un legado virtual para aquellas personas que me recuerden cuando ya no esté en este mundo. Desde algún lugar los veré y me sentiré feliz ¡que así sea!

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viernes, 6 de mayo de 2011


HISTORIA DE MI CABALLO MORO
( continuación y final )

Esa noche había finalizado (eran las 3 de la madrugada cuando mis padres pudieron convencerme de ir a dormir) con la satisfacción de haber asistido al nacimiento de mi tan esperado potrillo, enervada por tanta expectativa y muy, pero muy feliz, porque siendo machito me pertenecía por el derecho adquirido cuando papá lo resolvió así.
Mi hermano aceptó sin protestar y acerceándose a mi, me preguntó que nombre le iba
a poner.
Yo no lo había pensado, pero al verlo con ese color tan negro, impulsivamente dije
¡ Moro! se llamará Moro. Y entonces, posiblemente para no perder todo su derecho
sobre él, mi hermano me edijo ¡ lo bautizaremos y seré su padrino!
No pude contener la risa y lo abracé fuertemente diciéndole ¡¡ Claro que sí, acepto !!
e
Lo que parecía un absurdo, unos días mas tarde lo hicimos realidad. Nos reunimos
toda la familia, los peones de campo de mi padre y algunos amigos en un simulacro
de bautismo muy emotivo. Papá dijo las palabras que hubiesen correspondido a un sacerdote y echó un chorrito de agua en la “cerviz” de Moro, mi hermano y yo lo abrazamos, dando fin a la ceremonia y como era cerca del mediodía y mamá había preparado un pequeño festejo, el brindis fue para el agasajado potrillo.

Si fuera a relatar una a una las situaciones vividas junto a Moro ; su crecimiento,
su vitalidad, sus destrezas, su comportamiento y todo lo que recuerdo de él, sería
imposible insertarlo en este post. Por lo tanto trataré de simplificar el relato para no cansar a nadie.
Narraré sintetizando en lo posible, los sucesos de importancia, como ser:

A su debido tiempo hubo que herrarlo para proteger sus cascos de la agresividad
de los caminos enripiados.
Había cumplido ya los tres años. A esa edad era ya tiempo de empezar a montarlo:
pero según mi padre había que domarlo antes.
¿ Domarlo?¿ a quien se le ocurre mortificar a Moro con el agravio de que alguien desconocido, se encarame a su lomo y a rebencazos y palabras nunca antes oídas
por él, tratar de que le obedezca en todo? ¡ No papá ¡ yo montaré a mi caballito
que para eso lo vine preparando desde pequeñín, con mimos y caricias para lograr
su confianza y estoy segura de poder hacerlo.
Papá se encogió de hombros “allá tú” me dijo; el porrazo te lo darás tú no yo y se fue malhumorado.

Mi hermano me preguntó ¿te animas? y yo asentí.
-Tenemos que ponerle una montura y no esta acostumbrado todavía a la cincha
- No te preocupes, lo haré sin montura, así en “pelo”
- ¿ Estás loca ?
- Ya verás que no, Tú simplemente, ponle unas riendas de soga y ayúdame a subir.
Y lo hicimos.( lo que ni el ni nadie sabía es que yo lo había hecho ya algunas veces) porque Moro ya conocía a su pequeño jinete.
Papá miraba desde lejos, atónito, como Moro echó a andar, con paso muy sereno y
algún relincho, quizás de felicidad.
Yo sabía montar desde pequeña, pero ese era mi primer paseo con testigos, sobre
mi adorado caballo. Primero fue al paso, luego al trote y en un galope (no muy
veloz) recorrimos un gran trecho y volvimos al lugar de donde partimos ante el
asombro de mis familiares que no lo podían creer.

Nunca permití que le pusieran una silla de montar. El y yo estábamos habituados
así y mi hermano aceptó las reglas.
Los cielos azules, las verdes praderas, los amaneceres y las puestas del sol, las
montañas que por la distancia se tornaban azules, el arroyo que nos mojaba a los
dos al cruzarlo y todo el entorno paisajístico de mi pueblo tucumano, pudieron
presenciar nuestros paseos, solos o acompañados en cabalgatas domingueras,
de juveniles grupos de amigos, en felices e inolvidables jornadas.

Hasta que, en aquella nefasta tarde, en que regresaba a casa en el sulky tirado
por Moro, ocurrió el trágico accidente que truncó la vida a mi precioso caballo.
Doloroso episodio en el comienzo de esta historia que hoy llega a su fin.

Juliana Gómez Cordero

8 comentarios:

Francisco Espada dijo...

¡Cuánto amor por el animal se destila de tus palabras, Juliana! Un amor que ha recorrido casi toda tu vida y que a pesar del tiempo no has podido olvidar. Te felicito por esa experiencia y por tu forma de contarlo.

Chelo dijo...

"Moro" te dejo marcada para siempre y ahora con todo el cariño que le has profesado nos has contado su bella historia. Muchas gracias por compartila Un abrazo

Juliana Gómez Cordero dijo...

Gracias Francisco por hacer nuevamente un comentario sobre Moro en "Placer de Leer". Te lo agradezco por dos motivos: 1º por tu comentario tan sincero y elogioso y 2ºporque el que me dejaste en "Como siento y pienso" involuntariamente lo borré al querer corregir el post, que estaba y sigue estando mal estructurado e ignoro el motivo. Algo le sucede a mi ordenador Estoy esperando al técnico y tarda en venir, No publicaré nada hasta solucionar el problema
Un beso y perdona el error involuntario: Juliana.

Juliana Gómez Cordero dijo...

Hola Chelo querida, gracias por visitarme y deirme que te agradó la hisiria de Moro. Sì! en realidad fué un caballo que quise mucho y dejó en mí un imborrabe recuerdo,por eso quise darla a conocer; gracias por entenderme.
Un fuerte abrazo y un beso.
Juliana

Terly (Juan José Romero Montesino-Espartero) dijo...

El relato es precioso y enternecedor, y lo cuentas de una manera que haces que me sienta un niño enganchado a los cuentos infantiles. No me extraña en absoluto que con esta bella historia vivida junto a Moro, no le olvides y lo recuerdes con el cariño que refleja tu escrito.
Felicidades por ello, querida amiga.
Un beso.

Juliana Gómez Cordero dijo...

Tanto quise a Moro, mi querido Terly, que su recuerdo vive y vivirá por y para siempre mientras yo viva y su trágica muerte, me dolió me duele y me dolerá para siempre, sumado al complejo de culpa y el consiguiente remordimiento que nunca pude borrar.
Gracias por tu comentario.
Un entrañable abrazo y un beso.
Juliana

Carmendy dijo...

Mi querida amiga Juliana.
Qué alegría estar de nuevo en tu casa y encontrarme con esta preciosísima historia sobre tu caballo Moro.
De verdad que me ha encantado, es genial lo bien que has detallado tus recuerdos, me has hecho vivir tan bella historia, mil gracias por compartirla, querida amiga,recordar a tan noble amigo te honra y nos hace ver tu generoso corazón. Felicidades y un fuerte abrazo desde Extremadura.
Carmendy

Juliana Gómez Cordero dijo...

Hola!! mi querida y extrañada amiga,por tu (para mí)larga auencia ; pero vi tu éxito de la presentación que hiciste en homenaje al GRAN Federico y quedé encantada con ella.
Tu hija es muy bonita y tiene a quien salir.Las fotos hermosas y gracias por compartirlas. Gracias también por acercarte a mi rincón
Me diste una gran alegria.
Un gran beso de amistad, paisana