Solo pude comprender tu tormento cuando tuve que afrontar
una situación similar.
Cuando sentí en carne propia el dolor del abandono; el ver
rodar hecho trizas lo que construí en sueños esperanzados, con
la convicción de una realidad que no fue posible concretar.
¿ Como volver atrás y reparar el daño? ¿ cómo decirte que
lamento profundamente la herida que te causé huyendo
sigilosamente sin darte una explicación?
No tenías la culpa de mi hastío y mi desamor. Esas cosas
suceden inexplicablemente. ¿Que me impulsó egoista e insensi-
ble a lesionar tu confianza en el amor que por mí sentías?
¿ Fue mi inexperta juventud, mi autosuficiencia, o el temor a
enfrentar tus ojos llenos de amor y decirte ¡! YO NO SIENTO
LO MISMO !! y permití que, haciéndote mil conjeturas sopor-
taras el desasosiego y la oscuridad que envolvió tu alma?
¿ Cómo puede alguien, en un inconsciente impulso herir tan
hondamente a la persona que confía ciegamente en nuestra sin-
ceridad, sin la mínima sombra de sospecha de la agresión a sufrir?
Duro golpe asestado sin piedad. Enorme e inmerecida ofensa que
sacude el alma con un estremecimiento de inesperado dolor que
se agudiza más con la incertidumbre de no saber cómo llegó el
desamor para ocasionar tanto daño.
Yo causé todo ese daño a tu persona, sin sentir remordimientos
hasta hoy, que llegan demasiado tarde para repararlo, con el
agravante de saber que de no haber tenido una experiencia
semejante a la tuya, no hubiese recapacitado, reflotando el
recuerdo dormido en un profundo olvido.
¿ Como hacértelo saber ? ¿ Donde te encuentras ?
¡¡ Quiera Dios que algún día puedas enterarte de mi profundo
arrepentimiento !! y sepas que, aún sin haberte amado, te debo
una explicación que quiero enviar en esta carta sin destinatario,
sin remitente y a cualquier lugar.
una situación similar.
Cuando sentí en carne propia el dolor del abandono; el ver
rodar hecho trizas lo que construí en sueños esperanzados, con
la convicción de una realidad que no fue posible concretar.
¿ Como volver atrás y reparar el daño? ¿ cómo decirte que
lamento profundamente la herida que te causé huyendo
sigilosamente sin darte una explicación?
No tenías la culpa de mi hastío y mi desamor. Esas cosas
suceden inexplicablemente. ¿Que me impulsó egoista e insensi-
ble a lesionar tu confianza en el amor que por mí sentías?
¿ Fue mi inexperta juventud, mi autosuficiencia, o el temor a
enfrentar tus ojos llenos de amor y decirte ¡! YO NO SIENTO
LO MISMO !! y permití que, haciéndote mil conjeturas sopor-
taras el desasosiego y la oscuridad que envolvió tu alma?
¿ Cómo puede alguien, en un inconsciente impulso herir tan
hondamente a la persona que confía ciegamente en nuestra sin-
ceridad, sin la mínima sombra de sospecha de la agresión a sufrir?
Duro golpe asestado sin piedad. Enorme e inmerecida ofensa que
sacude el alma con un estremecimiento de inesperado dolor que
se agudiza más con la incertidumbre de no saber cómo llegó el
desamor para ocasionar tanto daño.
Yo causé todo ese daño a tu persona, sin sentir remordimientos
hasta hoy, que llegan demasiado tarde para repararlo, con el
agravante de saber que de no haber tenido una experiencia
semejante a la tuya, no hubiese recapacitado, reflotando el
recuerdo dormido en un profundo olvido.
¿ Como hacértelo saber ? ¿ Donde te encuentras ?
¡¡ Quiera Dios que algún día puedas enterarte de mi profundo
arrepentimiento !! y sepas que, aún sin haberte amado, te debo
una explicación que quiero enviar en esta carta sin destinatario,
sin remitente y a cualquier lugar.
Juliana Gómez Cordero
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