¡Tiempo de espera aletargado, resplandor y
sombras; recibimiento indeseado del ya cercano
invierno, en el que la ausencia de las golon-
drinas nos recuerda que pasaron una tarde en
presuroso vuelo.
¿Donde estarán ahora? ¿En que país distante
habrán hallado el sitio propicio, el escogido
por ellas para descansar, aclimatarse, recobrar
el aliento y construir sus temporarios nidos?
¡Cómo quisiera yo, ser golondrina un día! para
extender mis alas y volar libremente. Elevarme
a los cielos luminosos y azules, despojar de
mi cuerpo la gravedad terrestre.
Encontrar el sosiego y la paz, que si pudie-
ra recuperar me sentiría dichosa, y no lo niego
que mi alma lo intentó, pero fué e vano. No pu-
de nunca más tener paz ni sosiego...
¡ QUIEN PUDIERA !
Juliana Gómez Cordero
sombras; recibimiento indeseado del ya cercano
invierno, en el que la ausencia de las golon-
drinas nos recuerda que pasaron una tarde en
presuroso vuelo.
¿Donde estarán ahora? ¿En que país distante
habrán hallado el sitio propicio, el escogido
por ellas para descansar, aclimatarse, recobrar
el aliento y construir sus temporarios nidos?
¡Cómo quisiera yo, ser golondrina un día! para
extender mis alas y volar libremente. Elevarme
a los cielos luminosos y azules, despojar de
mi cuerpo la gravedad terrestre.
Encontrar el sosiego y la paz, que si pudie-
ra recuperar me sentiría dichosa, y no lo niego
que mi alma lo intentó, pero fué e vano. No pu-
de nunca más tener paz ni sosiego...
¡ QUIEN PUDIERA !
Juliana Gómez Cordero
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